2011-12-02 3949 lecturas
Jorge Bustos
especial para G80
Ahora nos toca a los trabajadores...!
Cuando los trabajadores del sector público negocian, parece que lo hacen en un país en el cual no ha habido siete meses en que los estudiantes han estado a la vanguardia de lo que siente desde hace muchos años la mayoría de Chile.
Al ver como se suceden las mismas prácticas de tira y afloja, de reuniones secretas, de acuerdos bajo cuerda, para lograr un par de pesos más y un bono tapa boca, se entiende que la crisis que denuncian los estudiantes respecto del sistema político, sus instituciones y estrategias, también tienen su expresión en el mundo de los trabajadores y sus organizaciones.
Año a año se ha repetido la misma práctica cuando los trabajadores del Estado deben negociar sus aumentos y condiciones. El gobierno ofrece un monto, las organizaciones dicen otro. Se negocia, se discute, se sube y se baja y al final, las manos tomadas después de las marchas en que se tocan pitos y cornetas se lanza challa y papel picado. Más tarde, vuelve todo a la inercia habitual, hasta el otro año, con los mismos personajes oscuros negociando por los trabajadores sin tener ningún derecho, ni representatividad.
Los trabajadores tenemos la obligación de subir la puntería y disponer a nuestras organizaciones para luchas de mayor envergadura, que construya orgánica i poder para construir una Patria digna. No se puede pensar que vamos a seguir viendo el mismo espectáculo cada año, hasta el fin de los tiempos.
Cuando se habla de cambios estructurales, éstos también incluyen las estructuras del pensamiento de muchos dirigentes sociales, gremiales y sindicales que se han anquilosado, hasta llegar a acostumbrarse a un modo de vida que no tiene que ver con la vida de nosotros los trabajadores. Los trabajadores de verdad viven con bajos sueldos, horarios eternos, malos tratos, precariedad en sus contratos, deudas infinitas, y un futuro que es cada vez menos cierto. Y quienes se dicen representarnos, venden hasta el fuero sindical
Los dirigentes que hasta ahora no han sido capaces y/o no han querido encabezar un proceso de cambios del modo en que sí lo han hecho los estudiantes, deberían dar un paso a un lado. Y permitir que otras generaciones, homologables a los que ahora dirigen el movimiento estudiantil, asuman las responsabilidades que ellos no pudieron o no quisieron asumir.
Los sindicatos, asociaciones, federaciones, confederaciones y centrales deben asumir que quedaron a mucha distancia de lo que hoy se requiere. Personajes oscuros, dirigentes mediocres, parlanchines y autócratas, deben dar paso a nuevas generaciones.
No se puede exigir cambios de fondo desde organizaciones que administran sus crisis todos los días, que no se han democratizado y que mantienen sus mismos dirigentes por demasiado tiempo.
Hace falta comenzar un proceso de democratización del movimiento sindical y social, para ponerlo a la altura de las circunstancias.
El que viene será un año complejo. La economía mundial sufre los vaivenes de un modelo asentado en la especulación, el uso indiscriminado de los recursos naturales de nuestros países y la precarización de los empleos. El sistema ya busca fórmulas que nuevamente permita que los trabajadores y nuestras familias paguen los costos de la farra.
De no tener organizaciones fuertes, legítimas democráticas y dispuestas a dirigir estas peleas mayores, nuevamente seremos los mismos de siempre los que nos llevemos el costo de la crisis.
No se necesitan grandes congresos o asambleas para que los dirigentes honestos que existen, tomen la batuta y por la vía de los hechos reemplacemos a los que han quedado atrapados en su incapacidad, se debe entender que no son capaces de más, de lo que ya hicieron o dejaron de hacer.
Ya no más, solo mirar por la ventana la marcha triunfal de los estudiantes. Compartamos con ellos los sueños de un país distinto, pero también asumamos los costos y sacrificios que esa lucha significa, bien se lo merecen los pobres de siempre, los humillados, los traicionados, nosotros el pueblo.
Jorge Bustos Presidente Congemar
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