2014-12-17 3997 lecturas
Luis Casado
especial para G80
Las güenas malas…
Esto es como el caso de las güenas malas de los culebrones, unas tías pulposas, que presentan bien de canto, de fachada y posteriores, que lucen una sonrisa que recuerda a Kaa, la serpiente del Libro de la Jungla, pero que son como el natre, o una cucharada de aceite de ricino, una película con Angelina Jolie, o las disculpas de la UDI por el caso PENTA, que para el ídem da lo mismo.

Me refiero a las buenas malas noticias. Recuerda el follón que arman en Chile el gobierno y la oposición cada vez que sube el precio de los combustibles. Que habría que eliminar los impuestos específicos, que el fondo de estabilización, que esto que lo otro y que aquí que allí. ¿Y todo para qué?
Para que cuando baja brutalmente el precio del barril de petróleo, primero: no repercutan la baja en las gasolineras, segundo: se vengan las Bolsas abajo, los mercados financieros entren en la décima crisis de la semana, los “expertos” anuncien el Armaggedon (sin el Bruce Willis), y se renueve la diarrea intermitente que le corroe la tripa a todos los gobiernos.
Para muestra un botón, la prensa del imperio titula: “Falling Oil Prices Create a Central Banking Conundrum”, lo que en cristiano quiere decir algo así como que los Bancos Centrales van de culo con la baja del petróleo que pasó de US$ 115 el barril en junio, a menos de US$ 66 en el día de hoy.
Hace unas semanas te contaba que ahora la inflación es buena, hay quienes le empiezan a encontrar cara de salvadora del planeta en plan super héroe de Hollywood. Sin embargo, todos los Bancos Centrales del planeta tienen la sagrada misión de interponerse entre el paraíso en la tierra y la inflación, es decir el aumento de los precios y, sobre todo, el aumento de los salarios.
¿Qué les hizo cambiar de opinión tan repentinamente? Se pasaron de entreno… Así como lo lees.
Si Christine Lagarde, gerente del FMI aún en libertad a la espera de su proceso por estafa al fisco francés, asegura que una caída de 30% en el precio del petróleo estimula el crecimiento en un 0,8% en algunos países desarrollados, hay quienes ven con horror que el resultado será más bien el agravamiento de la recesión que golpea a Europa y buena parte del mundo.
Los países exportadores de petróleo ven desaparecer el billete con el que compraban de un cuantuay en el primer mundo, hay compañías petroleras yanquis que no son rentables con el petróleo a US$ 50, la reducción de la demanda global reduce aún más el consumo de petróleo y por ende agudiza la caída de su precio… lo que no estimula a nadie para hacer inversiones en el sector, tu me sigues para donde voy… La espiral de la crisis comienza a asustar hasta al más pintado.
Como será que la prensa financiera europea pone en primera página: “Las turbulencias del mercado del petróleo hunden a Wall Street”.
Si a Europa en crisis le sumas la reducción de la demanda que trajeron las sanciones a Rusia, así como la enésima crisis de la deuda Griega, país que conoce su séptimo año de recesión, los ruidos de botas que resuenan en Ucrania y la desaceleración de la economía China, es como para olvidarse de ir a comprar los regalos de Navidad que hacen la felicidad de Falabella, Ripley, Almacenes París y Cencosud.
Por si fuese poco, las elecciones presidenciales griegas podrían llevar al poder a Syriza, partido que quiere anular buena parte de la deuda pública por la simple razón que los griegos estiman haber sido estafados, lo que no es falso.
Resultado, la histeria de la banca agrava el cuadro. Mala suerte… justo, justito cuando la banca planetaria había logrado deshacerse de los proyectos de reforma que aspiraban a ponerle fin a una gestión de facinerosos y rufianes.
De modo que ahora todo dios se inquieta de la baja de los precios que disuade la inversión, implora por un poco de inflación, intenta convencer al personal de gastarse los salarios que no tiene, le suplica a Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, que haga como los EEUU y tire billete a diestra y siniestra, porque de otro modo las cosas –que ya están pasablemente negras– se pondrían peor.
Ya ves, la noticia de la baja del precio del petróleo es como el caso de las güenas malas de los culebrones, unas tías pulposas, que presentan bien de canto, de fachada y posteriores, que lucen una sonrisa que recuerda a Kaa, la serpiente del Libro de la Jungla, pero que son como el natre, una cucharada de aceite de ricino, una película con Angelina Jolie, o las disculpas de la UDI por el caso PENTA, que para el ídem da lo mismo.
Luis Casado
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