El neoliberalizmo responde con unidad y garrotazos
El ex dirigente del MIR que actualmente funge como Intendente de Santiago prohibió las manifestaciones que estudiantes y profesores en todas sus expresiones orgánicas habían convocado para expresar su repudio a la Ley General de la Educación, acordada entre la derecha gubernamental y la derecha opositora, que profundiza y perfecciona la Ley de la Educación impuesta por la dictadura en su último día de satrapìa.
No expresa cosa personal el Intendente sino una política del gobierno. Por ello el hecho es muy grave, aún la antidemocràtica Constitución pinochetista que nos rige debió reconocer el derecho a expresarse y reunirse en lugares públicos.
Prohibiendo marchas pacificas de organizaciones de larga data en la vida pública nacional y de enorme representatividad ciudadana el gobierno ha ido más lejos en su conservadurismo que la propia legislación pinochetista. El gobierno esta asustado.
El neoliberalismo, que es la expresión más extremista del capitalismo, ha creado un Chile con desigualdades que la siempre ponderada Iglesia Católica ha llamado escandalosas.
En Chile se gobierna para el gran empresariado, se acaban de despilfarrar 1.000 millones de dólares para que los grandes exportadores tengan un dólar ventajoso, y para las transnacionales que lucran con nuestras riquezas mineras como no lo harían en ningún otro país.
A cambio, la clase política, compuesta por la derecha y la Concertación y algún allegado de precios módicos, se ha convertido en la mejor pagada de América Latina.
La gran oferta de la derecha no es cambiar el rumbo neoliberal del gobierno sino hacerlo de manera más eficiente y supuestamente con menos corrupción.
Este acuerdo político global en torno al modelo ha llegado a permear a sectores críticos al modelo. Así, cuando el sueldo mínimo se consensuó en aumentarlo en un equivalente al IPC oficial, vinieron desde allí incomprensibles muestras de aprobación.
Por ello existe un creciente divorcio entre la ciudadanía y la clase política en su conjunto. Hay casi un 40% de los chilenos que pudiendo votar no lo hace o haciéndolo no marca preferencia alguna.
Peor, o mejor, el tiempo dirá, de los que votan hay por primera vez en la transiciòn un 48 % (encuesta Adimark) que no sabe por quien votará en las próximas municipales. Muy probablemente vote nulo o blanco, o busque ofertas electorales nuevas.
En la vida social chilena el distanciamiento camino a la confrontación entre clase política y ciudadanía es evidente. Por ello la administración del modelo expresa su unidad real (en torno al modelo) mediatizando lo coyuntural (quien lo administra).
La unidad de la clase política expresada gráficamente en el acuerdo de educación celebrado con manos alzadas y entrecruzadas en La Moneda con la presidenta como jefa de ceremonia es la respuesta unitaria de los defensores del modelo a la creciente critica social.
Como el acuerdo político no basta si la gente sale a las calles a reclamar sus derechos, entonces se recurre a las prohibiciones y a los garrotazos policiales. Pero esta expresión de fuerza no es sino expresión de debilidad, es la pérdida de legitimidad social de un modelo.
Este gobierno, asustado y sin densidad política, de seguir así las cosas, bien puede terminar reprimiendo como el más conservador de los gobiernos oligarquicos, puede haber muchos Matìas Catrileo Quezada.
Políticamente algo nuevo surgirá de la crisis a la que estamos entrando esa formulación vendrá desde fuera de la clase política.
ROBERTO AVILA TOLEDO Concejal Cerro Navia
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