Con ocasión de conmemorarse los 30 años del inicio de la mediación papal que evitó una confrontación militar entre Argentina y Chile las presidentas de nuestros países se reunieron en un acto conjunto, en el que la mandataria Cristina Fernández señalo que las responsabilidades en esta situación de cuasi enfrentamiento devenía en dictaduras entronizadas en contra de la voluntad popular de ambos pueblos.
La visión chilena mostró un significativo matiz distinto, la presidenta Bachelet rindió homenaje al ex canciller de la dictadura Hernán Cubillos por sus supuestos afanes pacifistas. Al efecto se invitó especialmente a su hija.
El Secretario General de Gobierno añadió también que tenía una visión distinta al de la presidenta Cristina Fernández.
En suma, la visión de nuestras autoridades democráticas es que en esa situación histórica la dictadura militar chilena desplegaba una política de paz y la dictadura militar trasandina una agresiva. Pinochet un chico bueno, Videla el malo.
Creo que esta es una visión histórica equivocada y que tiene el riesgo de dotar a la dictadura de Pinochet de ciertas virtudes pacifistas que nunca tuvo.
Esta apreciación de los gobiernos concertacionistas es incoherente con lo que aconteció realmente, pero es de toda consistencia con sus políticas hacia el exdictador Pinochet al cual se logró sustraer de la justicia internacional de Derechos Humanos mediante el más gigantesco lobby internacional emprendido por nuestro estado en toda nuestra historia.
Las dictaduras militares argentina y chilena habían sido cómplices, en el más estricto sentido de la palabra, en la operación Condona, destinada a aniquilar físicamente a sus propios ciudadanos, suponer que de la noche a la mañana una de estas bandas en el poder se hace pacifica y legalista es cometer una grave error analítico.
La política exterior de un gobierno no es sino la continuación de su política interior, esto es del abc de las relaciones internacionales.
Si la dictadura militar chilena se atrinchero en el derecho internacional y acudió a la mediación papal eso se debió a su debilidad militar frente a sus eventuales adversarios, que bien podían llegar a ser más que la sola Argentina, y al evidente aislamiento internacional a que su brutal represión interna la había llevado.
La dictadura militar tenía profundo desprecio por la legalidad, así conculcó la Constitución Política de 1925, llevó a la muerte al presidente constitucional y sometió a las peores atrocidades a millones de chilenos.
Es el MIEDO lo que lleva a la dictadura militar chilena a invocar la legalidad internacional. Los que reprimían sin piedad a su propio pueblo desarmado cuando vieron la posibilidad de verse enfrentados a fuerzas militares de verdad corrieron a refugiarse en última instancia en el Papa.
Era la dictadura militar chilena una fuerza política católica?. Es evidente que no, sus relaciones con la Iglesia Católica chilena no podían ser peores y no porque esta fuera pro izquierda o buscara papeles políticos relevantes, sino por sus masivas, sistemáticas y brutales violaciones a los Derechos Humanos.
Una Iglesia católica, vigilada, censurada, hostigada y en muchos casos pagando también su tributo en vidas de sus sacerdotes, era lo que se vivía en Chile cuando los generales civiles de la dictadura corrieron en busca de la mediación papal.
A la debilidad que Chile había sido llevado por al dictadura de Pinochet, es lo que constituye el basamento analítico de las políticas agresivas de la dictadura militar argentina.
La dictadura militar chilena en su larga cuenta con nuestra historia tiene también al debe haber puesto nuestra seguridad en el máximo de la debilidad. Las dictaduras militares argentina y chilena tienen la responsabilidad histórica, por igual, de haber puesto en una situación de cuasi guerra a las patrias de Ohiggins y San Martín.
No observo razones para rendir homenajes a un canciller de la dictadura, homenajes que si se tuviera mayor coherencia debieran ser, dirigidos a Pinochet, pues un canciller no hace sino aplicar las políticas que diseña el jefe de gobierno. Quizás esta incoherencia permite evitara el absurdo de homenajear al exdictador como un hombre de paz.
ROBERTO AVILA TOLEDO ABOGADO
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