2009-01-07 3658 lecturas
Orlando Caputo
especial para G80
Chile y la crisis de la economía mundial
En la primera parte reproducimos con su titulo la Editorial de El Mercurio del 5 de enero de 2009. En la segunda parte nuestra nota sobre el tema.
Primera Parte: La crisis llega a nuestra economía
Diversos indicadores sugieren que durante noviembre pasado comenzó a dejarse sentir la crisis económica en Chile. Tanto la producción industrial como la minera descendieron 5,7 por ciento anualizado en dicho mes. Las ventas de supermercados en 12 meses crecieron en apenas dos por ciento. Sólo el empleo sigue registrando una expansión saludable: una tasa anualizada de 3,4 por ciento en el trimestre septiembre-noviembre. Pero cabe recordar que durante la crisis asiática el INE también tardó mucho en registrar el aumento en el desempleo, demorando las reacciones de política de la autoridad, por lo que esta cifra exige cautela. Los datos actuales anticipan un muy probable crecimiento del Imacec en torno al 1,5 por ciento, aunque algunos analistas no descartan que llegue incluso por debajo del uno por ciento. Esto sugiere que el crecimiento del año 2008 se ubicaría alrededor del 3,7 por ciento. Es decir, el crecimiento del último trimestre podría estar apenas en el dos por ciento respecto de igual período de 2007.
Chile ha gozado de una política macroeconómica excepcional que le permitirá amortiguar los efectos de la crisis mundial, pero no podrá evitar una desaceleración significativa. La caída en los términos de intercambio, la menor demanda por nuestros productos, la menor disponibilidad de crédito y las bajas expectativas de la población, entre otros factores, influirán en la actividad económica. La caída en los precios del petróleo y de los alimentos ayudará, sin embargo, a frenar las presiones inflacionarias. En su última reunión de política monetaria, el Consejo del Banco Central rechazó la rebaja de tasas, con buenas razones. A pesar del IPC negativo de noviembre, la inflación subyacente seguía mostrando una tendencia al alza. En un contexto de restricción crediticia, además, los efectos de una reducción en la tasa de interés eran muy acotados. Pero, en el actual panorama, una reducción en las tasas es inminente. La autoridad monetaria, al igual que el Ministerio de Hacienda, deben velar para que no se produzcan crisis de liquidez, lo que afectaría el desempeño económico, sobre todo de las pequeñas y medianas empresas, más allá de lo causado por el panorama internacional.
Es indispensable mantener políticas sensatas y evitar aquellas que generan costosas distorsiones en el funcionamiento de la economía, tan propias de momentos de actividad a la baja. Nuestros mercados deben seguir siendo abiertos y flexibles, incluso más que cuanto lo son actualmente, para que los actores económicos puedan responder con rapidez y decisión a los cambios en los precios relativos que estas coyunturas provocan.
Segunda Parte: Nuestra nota publicada en el blog de El Mercurio que está limitada a 350 palabras. Esta nota no es un análisis crítico de la Editorial, sino que es una perspectiva diferente de análisis
La economía chilena puede ser la economía más afectada de América Latina por ser la más abierta y especializada en recursos naturales. Además, desde 1998 la economía mostraba un agotamiento del modelo. Con la apertura, las AFP han perdido, -según los estudios de CENDA realizados por Manuel Riesco y Hugo Fazio, más de 25 mil millones de dólares y el Senador Ominami ampliando el período, señala una pérdida de 35 mil millones de dólares. Las pérdidas por exportaciones de cobre a los precios actuales, en el período de un año, también pueden significar cerca de 25 mil millones de dólares. El impacto en el consumo, en la inversión y en el empleo será creciente.
Los 60 mil millones de dólares estimados como pérdidas, equivalen a más del 40% del PIB chileno anual al tipo de cambio reciente. Estas grandes pérdidas equivalen también a dos años del presupuesto total del Estado chileno y a diez años del presupuesto del Ministerio de Educación, a más de cinco años al PIB anual de Bolivia. Estas pérdidas no consideran los impactos en los precios e ingresos de otros productos de exportación, así como el impacto de sectores que producen para el mercado interno y el impacto sobre el empleo.
Chile fue el país más afectado a nivel mundial en la Depresión de los años 30 y en la crisis de los 80. Esta última, ha sido caracterizada como ‘el colapso económico y financiero de 1982 y 1983 por académicos chilenos. Chile fue el más afectado en las dos crisis señaladas, porque al igual que ahora, era una de las economías más abiertas al comercio exterior y al capital extranjero.
Sin los masivos ingresos del cobre nacionalizado por Allende, la situación social sería explosiva. La crisis en Chile será profunda y lo será mucho más si la Presidenta Bachelet, como lo exige la legislación chilena, no promueve el ajuste de la producción de cobre a la disminución de la demanda mundial. considerando también la formación de un stock regulador.
Esta crisis es mucho más grave que las seis crisis anteriores, desde 1974, estamos en su primera etapa. La crisis será profunda y prolongada. Ningún rescate masivo ha logrado restablecer la confianza de los empresarios y de los consumidores.
Orlando Caputo
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