2009-03-20 2054 lecturas
Ricardo Candia
especial para G80
Según el punto de vista del proletariado, la hegemonía pertenece a quien lucha con mayor energía, al jefe ideológico de la democracia
(me lo dijo alguien que leyó a Gramsci)
Las distintas variantes de lo que se conoce como la izquierda, a veces se ponen de acuerdo en proyectos políticos inspirados en las buenas intenciones que tenemos todos para con la humanidad. Pero sólo por un rato. En el caso chileno, la fascinante y no menos dramática experiencia de la UP, es un caso que demuestra lo que afirmamos. Un programa impulsado por un arco iris de idealistas y revolucionarios que fascinó a medio mundo, logró el reconocimiento y la solidaridad de las buenas personas del orbe, pero finalmente sucumbió tanto por la conspiración del imperio y sus empleados locales, como por la fragmentada base política con que contaba su líder, Salvador Allende.
Enfrentados a la competencia electoral definida por leyes antidemocráticas, nuevamente parte de la izquierda desempolva las ideas añejas de hace cuatro años y las deja sobre la mesa. La variante en esta oportunidad, es la negociación que el PC ha llevado adelante con la Concertación en orden a terminar con la exclusión, que en palabras de los compañeros, se define como la ausencia de sus militantes en el parlamento.
La unidad de la izquierda, en este contexto, es entendida como la aceptación de un candidato presidencial, una lista parlamentaria y un programa, elegidos sin más participación que los que caben en una mesa. Y quienes afirman que esto es una falacia, son considerados como enemigos de la unidad.
Algunos sectores y personas hemos propuesto, desde hace mucho, que le haría bien a la izquierda, pensando en un Chile distinto, aprovechar la oportunidad y ejercitarse en el arduo camino de lo democrático, es decir, aquel sistema de participación en donde las personas, todas ellas, valen.
Como ejemplo, que los candidatos que van a estas elecciones sean elegidos por la gente. Ante esta cándida proposición, las respuestas de quienes aparecen como los administradores de las ideas, han dicho que son muy caras y que para remedos pobres de primarias no hay plata.
Y hasta ahí han quedado las extravagantes ideas en orden a que la gente común ejerza su derecho a levantar el dedo.
Otra parte de la izquierda ha tomado la higiénica resolución de hacer caso omiso a esta imposición unipolar. Hasta ahora, unos pocos negociaban y tomaban resoluciones en nombre de todos sin considerar el parecer de nadie más. Daba la impresión de lo que llamamos la izquierda, ese amasijo de sueños, colores, mártires y porfiados, tuviera dueño y pobrecito el que quiera irse por la libre.
Esta inercia no ha dejado más que sueños despostados, letreros inútiles, sumas fraudulentas y muchos desalentados que se fueron para sus casas. En los hechos, la política electoral de lo que se llama la izquierda extraparlamentaria, para los efectos prácticos, el PC, el PH, la IC y esa ficción llamada JPM, ha resultado un fracaso.
La naturaleza enseña que no existen los polos aislados. No es posible concebir el norte sin el sur y el negativo sin el positivo. La liberación de la energía eléctrica contenida en una batería, es por la existencia de dos polos. Algo similar debiera ocurrir en la izquierda. Le haría muy bien a este alicaído sector el que se instalara otro polo que tenga la facultad de abrir el debate, que también es una forma de energía.
La batalla de las ideas debe ser un ejercicio democrático y de camaradería. Confundir la crítica con el ataque artero y el contrincante con el enemigo, sólo ha traído atraso a los proyectos que viven en nuestros sueños. Hace rato que las ideas se volvieron loquitas. Se pusieron diversas, coloridas, contradictorias, con más grises que blancos o negros, más dudas que certezas, más preguntas que respuestas, más desconfiados que cándidos, más observadores que militantes. Pretender que todos pensemos del mismo modo es un absurdo sólo comparable a mantener sobre esta insanía un silencio cobarde.
Esta energía que parece irrumpir del modo caótico, como debe ser, puede inaugurar un punto de partida para aventuras disparatadas, como entrar al ruedo de la disputa política representando un vértice de la izquierda, sin mirar para el lado o para atrás.
Bienvenido el aire limpio de la batalla de las ideas.
La negativa del MAS, G80, NI, y otros a la imposición de una Asamblea en la cual los militantes de cada uno de los partidos que la integran, elegirán finalmente a su candidato presidencial, su lista parlamentaria y su propuesta de programa de gobierno, debe generar la oportunidad de levantar otras propuestas, otras ideas, otros personajes, otros criterios.
Pero sobre la base de que todos somos compañeros y que en la izquierda no sobra nadie, que crítica no es ataque, que el enemigo es el que está al frente, que la ambición sea por un futuro bueno para todos, que el odio sea de propiedad exclusiva del enemigo, que lo que valga la pena se haga riendo, que el egoísmo sea desterrado y su lugar lo ocupe, sin permiso, la solidaridad, que la felicidad sea obligatoria una vez al día y que se encuentre gratis en las esquinas y en el amor, que los mejores sueños son los que vivimos despiertos y que ya está bueno de morir por las buenas ideas: es tiempo de vivir por ellas.
Ricado Candia Cares
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