2010-04-20 5096 lecturas
Arturo Alejandro Muñoz
especial para G80
Los cuenta cuentos llegaron al gobierno
A RIESGO DE ser majadero insistiré en la escasa capacidad administrativa de las autoridades de la región del Libertador (en especial, las de la Provincia de Cachapoal), asunto que ha quedado palmariamente en evidencia merced a los trágicos efectos del terremoto de febrero pasado, ya que ni siquiera han sido capaces de presionar a las autoridades nacionales para ir en ayuda y socorro de sus propios vecinos.
Lo anterior señala, entonces, que esas autoridades regionales tampoco sirven para un cocido o un fregado, pues las circunstancias desglosadas del fenómeno sísmico las han desnudado completamente, dejándolas tal cual realmente son ante la vista y análisis del público. Es decir, se comprueba lo sospechado: que son unas doñas inutilidades.
Ejemplo hay por docenas, pero tomaremos solamente dos, a objeto de no cansar al lector, pues en esta región del Libertador sabemos cómo quedó Doñihue luego del mega terremoto. La destrucción fue severa en la cabecera de la comuna del chamanto, el aguardiente, el chacolí y la artesanía. Decenas de casas destruidas completamente, y más de un centenar de viviendas seriamente dañadas, fue el saldo final del movimiento sísmico. ¿Y qué hizo la autoridad regional? Llevó a una psicóloga de fama mediática (y empresaria co-propietaria de un Instituto Profesional), Pilar Sordo, a dar charlas a los damnificados, cuando estos, en lugar de palabras y consejos, requerían (y requieren aún) soluciones concretas en materias habitacionales.
A Coltauco le fue peor. La comuna del álamo y la fruta recibió –enviada por la máxima autoridad regional- a una notable ‘cuentacuentos’ que oficia de gobernadora, la cual prometió a la municipalidad coltauquina aportar ‘de inmediato’ algunas maquinarias para retirar los escombros. La ‘cuentacuentos’ se fue y no ha vuelto a aparecer por la comuna. Los escombros continúan allí. Una vez que estas líneas sean publicadas por The Paskin, vendrán miles de explicaciones, desmentidos, enojos y pataletas oficiales (especialmente de los seguidores derechistas de Sebastián Piñera)…pero los escombros en Coltauco seguirán donde están.
Nadie me ha preguntado cuál es el camino más eficaz para solucionar estos graves asuntos que, al parecer, a las autoridades regionales les interesa menos que nada, pues ellas esperan que sean los propios damnificados quienes retiren escombros y solucionen esas situaciones sin aportes fiscales.
Es cierto, nadie me ha preguntado al respecto, pero si alguien lo hiciera yo le diría que el mejor camino para apurar a las autoridades y sacarlas de su soporífera quietud demagógica e ineficiente, sería aquel en el cual los vecinos sumen esfuerzos físicos y arrastren los escombros al medio de la calzada. Doy firmado que las autoridades reaccionarían ipso facto, el asunto “escombros” se solucionaba de un paraguazo, e incluso las psicólogas mediáticas y las cuentacuentos de la Gobernación irían a retirar escombros para “ayudar a su gobierno”, aunque se les rompa alguna uña.
Han pasado ya 50 días desde la madrugada de aquel terremoto, y las autoridades nacionales y regionales (de todos los signos y colores), han dedicado sus jornadas a ofrecernos un hermoso zapateo americano estilo ‘tap’, acompañado de vastas presentaciones en televisión prometiendo que seremos “un país extraordinariamente desarrollado y alegre”, y mil otras sandeces por el estilo, pero sin que hasta este momento se haya podido observar respuestas oficiales de corte concreto, prácticas, oportunas, eficaces, en apoyo y ayuda de los miles de damnificados.
Nada se ha sabido de que el gobierno hubiese dispuesto acordar con la Banca nacional la apertura de líneas de créditos a favor de los damnificados, a objeto de que estos puedan contar con un financiamiento mínimo para reparar o adquirir viviendas. Banco Estado ha guardado ominoso silencio. Las multi-enriquecidas AFP’s cerraron sus ventanillas y se niegan incluso a recibir a algunos funcionarios de los ministerios de Economía y de Hacienda, sabedoras que cualquier conversación con esas personas podría significarles tener que escuchar lamentaciones, las que a su vez deberían traducirse en “solidaridad efectiva” de su parte.
Nada de nada…el gobierno –más allá de los discursos y viajecitos en helicóptero- se ha restado abiertamente en lo relativo al apoyo DIRECTO Y REAL de las personas damnificadas. Un ejemplo indesmentible está graficado en la declaración expresada ayer por el derechista (RN) alcalde de Ñuñoa, Pedro Sabat (perteneciente a la cofradía de los macucos de esa tienda partidista), quien informó a los vecinos de la estragada Villa Olímpica que “era mejor que comenzaran a buscar arriendos de casas”, porque seguramente el gobierno, y el municipio, nada iban a hacer por ellos.
En su discurso último, Sebastián Piñera informó respecto de algunas mínimas alzas de impuestos a las grandes empresas (además por un corto tiempo solamente), con lo cual el gobierno podría financiar la reconstrucción de puentes, caminos y bienes fiscales que fueron arrasados por el megasismo. ¿Y la gente, el pueblo?
Termino estas líneas y observo el paisaje de mi calle a través del ventanal. Ahí están los escombros de las casas vecinas…y ahí seguirán estando por largo tiempo... hasta el día en que nos convirtamos “en el mejor país del mundo” (el jefe de los cuenta cuentos: Sebastián Piñera, Concepción, abril del 2010). Arturo Alejandro Muñoz
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